- B I E N V E N I D O S -



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sábado, 20 de junio de 2020

CON MI VIEJA DE TESTIGO

Estos días han sido de despertarme muy tarde y dormir poco, por un lado, porque me he acostado todos los días a deshoras tratando de avanzar en mis proyectos y que haceres (para contextualizar; estamos trabajando en el video de Training Day), y por otro lado, por que mi habitación no me ayuda mucho sin tener luz del sol que entre en ella. Pero de igual forma he logrado concebir sueños que me han comunicado cosas, aunque no había escrito nada este año, hasta ahora.


En este sueño, estaba en la casa de mi mamá en los héroes (Maipú), seguramente cuidándola o acompañándola a raíz de que hace algunos días estuvo un poco enferma de algunos temas estomacales que precisaron mi apoyo para descartar de raíz el Covid que tanto les gusta a los médicos y clínicas hoy. Estábamos solos, no estaba con nosotros Mario (su esposo), había tranquilidad y silencio, no había ni música ni teles encendidas, eran tipo las cinco, o seis de la tarde, cuando decido salir un rato al patio de la casa mientras ella se queda dentro, para pensar y contemplar un rato al cielo como sabiendo, o buscando ver lo que iba a contemplar.

La casa era la de antes, no tenía los cambios que tiene ahora, donde por seguridad cambiaron la reja principal por una que actualmente es muy alta y añadieron un portón metálico gigante, a parte de los cambios de baldosas y otros elementos que agregaron en el exterior, aquí estaba todo simple, como cuando era más niño. Estaba en calma, todo sereno, casi nada de ruido y tampoco gente fuera, el cielo estaba celeste y con pocas nubes blancas, era un bonito día, hasta que de pronto -en ese afán eterno de encontrar algo fuera de lo común en las alturas- veo en el cielo un avión moverse, era un avión militar. Luego de quedarme un rato mirándolo este comenzó a realizar unas maniobras extrañas hasta que con rapidez se precipita en la casa de nuestros vecinos -en verdad, sentí que fue a un par de casas de la nuestra-. Era enorme y verde, el típico color de esa clase de aviones de combate, no cayó con violencia si no con suavidad, con algo más de violencia que un aterrizaje normal pero quedaba intacto -por lo que asumí, pues, desde esa pandereta gris solo pude apreciar la punta de una de sus alas- y yo quedaba asombrado pero realmente sin ninguna clase de miedo (no atiné a revisar si es que había alguien herido en la casa contigua, realmente sentía que casi estábamos solos en el barrio).

No alcancé a ir adentro de la casa cuando otra cosa sucede. Volví a mirar en esa dirección hacía la cordillera, hacia el frontis de la casa, cuando de pronto un cohete gigante comienza a despegar a lo lejos, era el típico cohete gringo, algo más ancho que de costumbre, totalmente blanco con punta oscura, que se impulsaba hacia el cielo pero con muy poca fuerza, tanto que de pronto, a una altura nada extraordinaria, comenzaba a perder estabilidad y sin remedio terminaba cayendo casi en el mismo sitio desde donde despegó, causando una explosión extraña que generó un sonido estremecedor y gritos tormentosos, y en vez de explotar de forma normal generó una masa blanca, que se veía esponjosa pero realmente era de un material duro, que comenzó a expandirse hacia arriba y luego se fue dividiendo en varios cúmulos de este mismo material, desde donde surgieron de pronto grandes y numerosos robots blancos que comenzaron a correr en dirección opuesta a la que yo miraba. Eran muchos y extremadamente grandes, simples en su forma, como los dibujos de un niño, con piernas y brazos como los de Bender (robot de la serie Futurama), blancos -no un blanco extremo- en su totalidad, y de cabezas rectangulares, caras simpáticas y lineales, muy minimalistas, como si fueran juguetes de la marca Apple. La gente comenzó a gritar, sentí mucho terror en el ambiente a pesar de que los robots no tenían cara de malos, al contrario, tenían aspecto de asustados también, de hecho, sus bocas infantiles estaban con la típica curva de tristeza que uno dibuja. La gente comenzaba a correr en tumulto y con desesperación, recuerdo sus caras de terror, puesto que estos robots también corrieron pisando todo y a todos a su paso (o al menos eso sentí sin poder realmente apreciar la tragedia de una forma cruda y empírica), vi rostros de pánico correr sin medir nada, en ese momento me apresuré a correr dentro de la casa, y desde la vuelta que tiene el living hacia las piezas le grité a mi mamá (con fuerza pero de una forma muy sutil, calmada y cuidada) que saliera a mirar esto, que estaba pasando algo... Le grité varias veces, ella estaba en el baño, estaba con la puerta abierta y la luz encendida, me da la impresión que estaba peinándose, corrió con la fuerza que pudo, estaba vestida con un chaleco verde oscuro, el pelo tomado y un paño -que recuerdo entre marrón y rojo muy oscuro- que dejó caer al piso en este acto. Siento que todo esto fue en primavera, por que la ropa no era ni invernal ni veraniega (a parte vi hojas crecientes en los árboles). Corrió hacia mi a trotes, con pasos de abuelita casi, mostrando cierta debilidad o cansancio (quizás a raíz de lo que expliqué al principio), cuando estuvo cerca comencé a explicarle lo que pasaba, realmente no sabía muy bien que hacer ni como moverme pero seguí mi instinto, sentí que los robots podrían pisar la casa con nosotros adentro -eran muchos y gigantes, como de 150 metros-, así que nos movimos en dirección hacia la puerta de la cocina que da al patio por donde mismo entré, se sentía la tensión en el ambiente y había que hacer algo rápido, estábamos a punto de salir cuando de pronto, pum! la pata de uno de los robots aplasta la esquina de la casa (donde está el comedor) justo al lado nuestro. Quedamos atónitos, dijimos al unísono “uuuuh!" muy sorprendidos, recuerdo que le comenzaba a explicar con calma, era una conversación que mantenía -dentro de todo- cierta tranquilidad, donde le decía lo que vi y e explicaba ciertas cosas que siempre sentía en el cielo, también íbamos al patio donde había caído el avión anterior, pero este ya no estaba en su lugar, quizás fue removido por los mismos robots, no se. Al salir juntos, vimos las casas en pie, pero nada de gente, vimos un entorno tranquilo, pero es esa tranquilidad que se siente después de una catástrofe.

Lo último que recuerdo haber divisado con ella justo antes de despertar, luego de todos estos fenómenos, fue una nave voladora en el cielo, con la típica forma del vehículo espacial que representan en todas las películas, evidentemente ya era más tarde, casi de noche.



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