- B I E N V E N I D O S -



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lunes, 17 de diciembre de 2018

Entrevista a la Brainztorming en radio Eclipse FM (10 Julio 2018)

Al mismo tiempo que yo fui invitado a la radio Mix Manía, mi hermano DJ con el que llevamos trabajando varios años ya, era entrevistado en la radio Eclipse Fm, una radio comunal de la municipalidad de Quilicura, Chile. En esa ocasión, DJ Lil Raider decretó una segunda invitación a dicha radio, la cual se concretó dos meses más tarde, en Julio de este año.

Para dicha instancia, creímos que lo más apropiado era asistir con nuestro grupo, Delabreinz, ya que para ese tiempo habíamos logrado consumar un grupo solido al cual acababan de unirse Amabless (canto) y Lecruzes (fotografía), y por ende estábamos trabajando fuertemente en nuestra puesta en escena, juntándonos con recurrencia a musiquear y ensayar, y consolidando shows bien buenos en La Casa del Sol y teloneando a Cevladé.

La pasamos muy bien! Pero aparte de disfrutarlo mucho y dedicamos a ser nosotros mismos, utilizamos la plataforma para transmitir pura vibra alta, dejar un mensaje positivo para todo el que pudiera oír, y hablar también de nuestras vidas, nuestros trayectos y proyectos,  y obviamente, de nuestra proyección musical como banda.

Algunos de los puntos que tocamos fueron nuestros trabajos discográficos del pasado con Certera Efikazia y El Libro, tabus en la escena, la vida musical, nuestros entrenamientos y formas de vivir el arte, y lo que planificamos para el futuro equilibrando mente y alma... A demás de un par de sorpresas en vivo.

Puedes disfrutar esta entretenida entrevista directo desde acá:





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Desde ya muchas gracias a todas las personas que acompañaron la transmisión en vivo, que nos mandaron su vibra a través de los mensajes, a los que tuvieron la hermosa voluntad de sorprendernos llamando al programa para saludarnos, y a los que hasta hoy siguen viendo el video!

Gracias por su energía!
Y gracias a toda la crew por ser parte de este lindo trayecto junto a mi.

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RESCATE DEL PASADO

(Para ella)

Hoy soñé que entraba a tu casa sin permiso  -que en realidad correspondía más a la estructura que tiene la antigua casa donde crecí-. Entraba en tu búsqueda, sintiendo que debía rescatarte, y con algo de temor, experimentando una leve pero constante inseguridad.

Al entrar, veía tu habitación como nunca antes la vi; con dos camas más bien pequeñas en vez de la tuya (como si fuese un cuarto de hospital), en un espacio distinto, que no pertenecía necesariamente a tu espacio (aunque si lo pienso, y limpio un poco la escena, puede que se acerque un tanto), ni a alguna pieza de la casa de mi abuela. Había poca luz y contraste, todo era gris y nublado. Tu cama estaba desordenada (lo que era lo menos raro) pero me generaba una extraña sensación de peso y oscuridad que nunca sentí en tu habitación (y que al contrario, quizás si haya sentido en algún momento en alguna de las habitaciones más descuidadas de la casa en la que crecí).

Tu no estabas en tu habitación, y yo me dediqué a contemplar la descuidada y fatigosa escena parado frente a ambas camas, mientras susurraba palabras conmigo mismo (que no recuerdo, pero aludían al desorden y al tiempo), con una continua sensación de preocupación por el poco tiempo –o algo así-, sin tocar ni buscar nada en especial. En eso sentí una presencia acercarse, pensé que eras tu, pero en realidad era la persona que, al parecer, compartía el cuarto contigo; una mujer linda, de piel muy clara (que contrastaba con el tinte de la escena), vestida de blanco y con pantalón azul claro, de pelo rubio hasta los hombros y algo desordenado, de contextura gruesa, y que hablaba un perfecto inglés –English Toffee-.  Cuando llegó no me preocupé por que me viera, sólo me dediqué a hablar con ella... Por lo que recuerdo, la saludé amablemente, y ella me contestó sin parecer alarmada tampoco por mi presencia, de hecho, se sentó en su cama con la espalda a la pared, reposando su pierna izquierda doblada sobre el costado arriba de la cama y la otra apoyada al piso, mientras comía un snack.

La mujer me habló largas y relajadas oraciones en aquel perfecto y armonioso Ingles, que en el momento no pude comprender a cabalidad por mi ignorancia, a pesar de prestarle mucha atención y rescatar algún sentido que ahora no recuerdo con exactitud, a lo que yo respondía como siempre lo hago en esas situaciones; defendiéndome con el escaso vocabulario que poseo, diciéndole –por lo que recuerdo- en un tono también muy relajado (pero algo tosco y tartamudeante), que iba en tu búsqueda, que mi fin era rescatarte, y que te quería (referido al cariño, no al poseer). Después de algunos minutos de dialogo algo infructuoso (básicamente porque no recuerdo, pero quizás el contenido era bien trascendental), sentí otra presencia venir, y ahora si eras tu. Estabas vestida con tu típica chaqueta negra de cuero (sentí que venías como de carretear, pero era extraño, como esas salidas esporádicas que le dan a los presos. Percibí una mínima sensación de descuido en ti a pesar de que te recuerdo bien arreglada –como siempre que usas esa chaqueta-, algo no encajaba al 100% en ti), no recuerdo otro detalle más que ese y tu bonito tomate sobre la cabeza. Recuerdo que expresaste una vibra de molestia hacia mi existencia, pero aunque me hiciste sentir corporalmente tu desagrado, te quedaste ahí, sin insultarme ni odiarme pero si rechazando mi presencia.

Nunca me miraste a los ojos, al menos no recuerdo haberte tenido de frente, sólo observé tus lindas mejillas de herencia materna de costado (como evitando que viera algo nuevo en tu cara) y al momento en que te daba la espalda me mirabas (con una mirada entre que de preocupación y enojo, con esas cejas algo levantadas que lo expresan todo) –pude comprobarlo de reojo-, sobretodo en los lapsos en donde me seguías. Tampoco te acercaste mucho a mi en esos momentos; no nos tocamos, no nos abrazamos, y mucho menos hubieron besos de por medio, simplemente hubo un reencuentro ingrato, lo cual nunca me incomodó.

Mi objetivo continuaba siendo el sacarte de aquel lugar, no se por qué, pero siempre estuve enfocado en comunicarte eso, sintiendo tu inseguridad y una suerte de peligro hacia tu persona. Finalmente accediste a salir conmigo -la verdad no hubo resistencia- a lo que la otra mujer nunca se negó de ninguna forma. Te guíe por unos pasillos (con una pistola gris opaca -de esas cuadradas- que de pronto apareció en mi mano derecha –que quizás recuerde haber tomado desde abajo de tu cama- y que valga decir, nunca use para amenazar ni disparar, ni a ti ni a nadie... Al contrario, siempre la miré con extrañeza).

En el camino nunca nos topamos con nadie, pero aun así caminamos con sigilo por aquellos pasillos (semejantes a los de la casa de mi abuela) ocultándonos por si había alguien... Tu atrás mío, siempre diciéndome algo –no recuerdo qué cosas, pero con un tono medio pesado, manifestando seguramente alguna “contrariedad”-, de igual forma siguiéndome sin negarte. Al final llegamos hasta una reja, muy igual a la que divide aquella casa con la de los vecinos en Maipú; una valla negra de metal, con puntas en su parte superior, pero a diferencia, no estaban colocadas sobre un trozo de pared que dividiera ambos recintos, si no que partía desde el mismo suelo, dejando entrever hermosas flores magenta que daban vida en el jardín de al lado, seguramente eran una suerte de Bougainvilleas pero que venían desde el piso, y que tenían también en su mayoría un frondoso grupo de hojas verdes que de vez en vez las ocultaban.

En esta escena había mucha luz y aire; era de día, había sol, y entre el jardín donde estábamos y el que lográbamos ver había mucha vida, completamente distinto a lo que percibía en la primera habitación. Recuerdo haber visto rayos lumínicos pasar por sobre la reja, iluminando con sus destellos los latones que cubren la división hacia la calle, el cual era en sus detalles muy muy similar al jardín que oculta dentro aquella casa en la que crecí. Pero a pesar de la significativa, melancólica y simbólica paz que siempre ha expresado esa imagen para mi, en el sueño nunca cambió el sentimiento de inseguridad que nos llevo a llegar a ese lugar, por lo que apresurándome puse algo parecido a una alfombra en los picos de la reja para no dañarnos al saltar por ella hasta la casa de los vecinos, luego repitiendo el proceso hasta la calle (que era la misma calle y entorno pertenecientes a la vivienda real).



En ese lapso, entre saltar y ayudarte a pasar, perdí el arma entre las plantas y flores, pero entre que tu me apurabas (esta vez con un ánimo más “empático”, de camaradería) y el poco tiempo para por fin huir, no encontré la pistola, hecho que sólo me preocupó un momento, ya que luego sentí con gran profundidad que la verdad nunca la necesité y menos en ese momento. Ahí me dispuse a seguir y continuar con nuestra huída, me paré del piso, y justo en el momento en que al fin nos vimos de frente, desperté.



(Miércoles 28 de Noviembre del 2018)

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