como un ave creyéndose libre sin poder ir más allá del cielo..
Ya lo comprendí;
simplemente soy el crustáceo que está sintiendo pequeño su caparazón,
y a pesar de tenerle cariño por todo lo que hemos vivido y lo que me ha protegido, debo seguir;
soltar y continuar, desprenderme y avanzar.
Eso es parte de mi débil ser.
Hay que tener claro el objetivo...
Llevo conmigo mis demonios y mi cárcel intrínseca.
Se que las celdas atrapan, y eso confunde y aniquila, pero paradójicamente cada pequeña rendija es un espacio que llena de luz.
He ahí el fin.
No creo en las sombras que proyecta,
ni me enfoco en los barrotes que palpan mis manos...
mis sentidos convergen hacia el verdadero y real presente.
Lo que será mañana sólo si hoy quiero.
Mi regalo,
mi bendita maldición.
Fotografía por Fabian Molina Oyarzún www.fabianmolina.cl
