Pensé que era casi seguro que me metiera conversa, y rogué a "Dios" que no pasara, y por lo visto le supliqué al personaje equivocado, por que luego de un rato sucedió tal cual lo imaginé.
Después de decirme varias cosas, entre conversa y conversa me regalo un papelito, "que diablos", pensé yo. Era algo de un instructivo para un viaje espiritual de una iglesia mormona, pensé en botarlo por la ventana y decirle que no soy creyente, por lo menos a su manera. Pero algo en el interior de pronto me hizo pensar: "¿quien soy yo para limitar, y/o cuestionar la fe y la esperanza de los demás?" ¡Absolutamente nadie!
Pienso que toda persona tiene derecho a creer y a entender la vida de la manera que mejor pueda, que cualquiera puede olvidar sus problemas, a través de esperanzas bien o mal fundadas mientras no dañe a nadie cegando sus ojos, más que a ella misma, no habría por que debatir o discutir acerca de ese tema que tanta alegría le da y que tanta pena le hace olvidar.
¿Habría motivo alguno para abatir su felicidad y paz interior, solo por capricho o maldad de hacerlo, sabiendo que todos somos kamikazes de nuestra propia vida y de la manera en que la vivimos?
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