Tengo la difícil tarea de describir y expresar emocionalmente tal cuál el sueño que acabo de tener. sólo por que tengo ganas de no olvidar ningún detalle y por que quiero entender el significado completo de cada uno de los mensajes que aparecieron en el.
Estaba en una tienda, estilo "ropa americana", hablando solo, de hecho no recuerdo haber visto a nadie más al rededor mio, no había ni gente conocida ni extraños cerca. Tal parece que buscando ropa nueva, con algo de entusiasmo por que con mis amigos nos íbamos a la playa pronto, eso pensaba en el sueño.
Me probaba unos trajes de baño, negro con verde, luego los cambié por otro igual pero blanco con verde, eran muy anchos, como de basquetbolista "And One". Luego veía una chaqueta, como corta viento de la misma combinación de colores pero como de estilo militar, de camuflaje, que me llamaba la atención. Me la ponía.
Al fin y al cabo no pagaba nada, no sé por que salté esa parte y pase directamente a otro sitio, simplemente usaba esa ropa que era bastante ancha para salir con los amigos (Gonzo, Franco, Erick, Renato, Jose Luis) en auto (el mismo auto de siempre, uno gris que es del Papá del Gonzo), al parecer íbamos a la disco, pero por alguna razón yo sólo los acompañaba y les dejaba claro que no me quedaría mucho tiempo ahí. Para variar estaban todos bien vestidos y animados, y yo con lo que me acababa de poner, denotaba mi simpleza y despreocupación por aparentar y mucho menos llegar a ligar con mujeres.
Al llegar, me bajaba del auto, venía sentado atrás al lado izquierdo. Me arreglaba los pantalones y miraba a los guardias de la disco. había un tipo gigante y una mujer pequeña quien decía conocerme (no recuerdo su cara). Hablamos un rato de no recuerdo que cosas y me pasaba un papel pequeño y amarillo, supongo que era como la entrada. Nuevamente no pagaba nada.
Accedíamos, y no directamente a lo que era el local, si no que a un espacio más parecido a unos baños, donde habían espejos e inodoros con puertas. El Franco andaba prendido y se ponía a lanzar la talla con los demás, recuerdo que alguien se quedaba dormido en uno de los escusados y yo entre risas, lo despertaba con una palmada, luego aparecía un gordito curado durmiendo, tal cual pasó en la tokata a la que fui el día viernes que pasó, también lo despertábamos entre risas.
Luego el Franco comenzaba a jugar con la gente que llegaba, creo que era como un baño mixto. Conversaba con las mujeres que entraban diciendo algo así como; "la que no es bonita no entra. Las bonitas con entrada en mano, por favor" y todos reían.
Ahí yo decía, "ya cabros, me tengo que ir", creo que quería ir al estudio a seguir editando mi disco. No recuerdo haberme despedido y salí del lugar, había un ambiente raro, un clima cálido pero sombrío afuera. Nublado y aterrorizantemente tranquilo. Silencioso. Solitario.
Caminaba mirando la calle, parecía disfrutar el camino, creo que iba silbando una canción (no recuerdo cuál), el local tampoco me parecía conocido, creo que era una combinación extraña de locales que he visitado, como entre Jammrock y Arte Matta, pero el lugar donde estaba ubicado me era aún más familiar. Habías casas y arboles, se parecía a un lugar que queda cerca de mi casa.
Caminando, en cosa de un parpadeo llegaba al cementerio. Calle Maipú con calle de la Victoria, ahí había mucha suciedad, indicios de que hubo una feria en el lugar. Lo típico que ocurre cuando la feria es desarmada y la misma gente intenta limpiar el sitio, pero no recuerdo ver sobras de alimentos, si no restos de flores esparcidos en el suelo, tallos y pétalos, y algunas flores completas.
Habían algunas patrullas de Carabineros con las balizas funcionando y las puertas abiertas, yo pensaba "oh, yo lo dije. Yo lo pensé" haciendo referencia a que había pensado antes de ver esa escena que podían haber tipos robando en ese sector.
Sobre el asiento trasero de la primera patrulla tenían esposado a un tipo entre dos carabineros, y más atrás había otra patrulla, pero de esa no recuerdo nada.
Luego de ver eso (todo esto mientras yo caminaba en dirección a mi casa por la calle Maipú), enfoqué mi mirada en el frente y vi a dos tipos gorditos, que venían abrazados, como sujetándose el uno con el otro en evidente estado de ebriedad. Tenían el pelo largo y con risos, algo así como Leo Rey. Descuidados, con la camisa afuera de los pantalones y mostrando el ombligo, morenos y vestidos con colores obscuros. Con un caminar errático venían hacia mi, uno de ellos, el más ebrio supongo, cantando una canción en voz alta (la cual se me quedó pegada, en el sueño y al despertar también), que hacía referencia a 'no querer amor ni menos ternura, que no quería verla a ella, ni menos la luna'. cuando nuestros caminos se cruzaron el curado que no cantaba me quedó mirando y se rió, como pensando de manera simpática "venimos en son de paz, ebrios y amigables, perdona a mi amigo cantante si te molesta".
Cuando pasaron por mi lado, recuerdo quedarles mirando y girar la cabeza para verlos bien. La última vez que el curadito cantante mencionó a la luna, recuerdo haber levantado la cabeza para verla, y estaba misteriosamente preciosa, amarilla, muy pero muy grande, tapada levemente por algunas pequeñas nubes. Y recuerdo haber quedado como "huaaaaa!" y con un a sensación que mermó mi paz.
Seguí caminando, pensé "quiero llegar luego a trabajar" mientras cantaba en voz baja la canción que gritaba melódica y sentimentalmente el ebrio (en el sueño pensé, sería un buen estribillo para alguna canción). Por alguna razón no llegaba al estudio, llegué a mi casa. Entraba y saludaba a la Martina (mi perra), que me recibía como es de costumbre, con mucho ánimo.
Al parecer la casa estaba sola, recuerdo mucho silencio, lo que en mi casa es raro, no existía ni la música de mi abuela, ni la risa de mi tía, ni la voz molestosa y fuerte del Quico.
Había un ambiente calmo, quieto, muy extraño.
En un momento aparecí sobre una superficie muy muy alta, era algo parecido a un tobogán desde donde saltan los clavadistas. Tenía una escaleta a un lado y unas manillas para sujetarse, aparentemente era con el piso de madera, blanca, como la puerta de la entrada a mi baño.
Miraba hacia abajo, y era extremadamente alto, de hecho, agachaba la cabeza constantemente para mirar, y veía nubes pasando, las copas de los árboles y las cosas extremadamente pequeñas desde mi perspectiva.
No se que hacía ahí, no se en que momento subí y tampoco se para qué, pero de pronto ya estaba abajo, y ahora sentía miedo. Pero era un miedo extraño, más bien una sensación muy pequeña de peligro, era inquietante. No un miedo que volviera loco sin dejarte pensar, al contrario, meditaba como escapar de esa sensación. Me sentía acechado, aparentemente había alguien extraño en mi casa, y sentía que había matado a mi familia.
Llegaba al patio, donde estacionan los autos. Escondiéndome, con movimientos lentos. Recuerdo que pensaba mucho al moverme, no dejaba nada al azar. Los pasos eran cuidadosos.
Llegaba al lado de portón, donde antes habían unas maderas que funcionaban a modo de reja separadora, y sostenían las plantas de mi abuela. Ahí sentía que alguien me observaba, miré hacia el lado derecho, y recuerdo haber visto a mi perra (Martina) tendida sobre el suelo, ahora que lo pienso no se si estaba flojeando como siempre lo hace, o estaba realmente muerta, como lo sentí en el sueño.
Al ver esa imagen, internamente me desesperé, pero fue extraño, al igual que el miedo anterior, me mantuve controlado, serio y sereno, pensante, y reflejando tranquilidad. Escondí las emociones de manera increíble.
En ese instante sentí que no solo alguien me estaba observando, y moviéndose tan lento y sutilmente como yo, si no que también esa persona me estaba apuntando con una escopeta y estaba muy cerca mio, algo así como justamente al otro lado de la reja de madera.
En un momento mi tranquilidad cambio, y abrí la puerta del portón rápidamente para escapar a la calle. Salí, y cuando lo hice volví a estar tranquilo. Cerré la puerta y nuevamente con mucha calma caminaba. Ahora en dirección a la calle Caupolicán, y vi a muchas mujeres, que venían en dirección a mi, raudas como si estuvieran atrasadas para llegar a su sitio.
Recuerdo una que venía de frente, de pelo largo y castaño, bien vestida de colores tierra, como con una falda de cuero y botas, con un bolso cruzado. Y una mujer de lentes, pelo corto y rojo, ese rojo ficticio, como tirando a rosado, muy Punk pero intelectual, que también caminaba muy rápido en dirección a Victoria por Caupolicán. Personas que no conocía.
Es lo último que recuerdo.
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