Vive el presente;
Si llueve, mójate
Si hay sol, quémate
Y si hay viento...
- B I E N V E N I D O S -
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domingo, 23 de junio de 2013
lunes, 10 de junio de 2013
TRACKS 2013
CAUSA-CONSECUENCIA es un tema que habla sobre los periodos difíciles del individuo, también llamadas crisis existenciales, a través de una mirada propia y entendiendo que muchas veces es principalmente autoprovocada por nuestras acciones, una suerte de Karma.
En la producción está mi compa Garphyest. Grabado el 2012.
TIEMPO DE RATAS OSCURAS es una analogía que narra la vida, el pensamiento y la visión de las personas poco comunes que escapan a los ritos de moda en nuestra sociedad actual tratando de cambiar las reglas de dominio, a través de la metáfora.
Producida por mi amigo Do Zofex. 4310Label.
En la producción está mi compa Garphyest. Grabado el 2012.
TIEMPO DE RATAS OSCURAS es una analogía que narra la vida, el pensamiento y la visión de las personas poco comunes que escapan a los ritos de moda en nuestra sociedad actual tratando de cambiar las reglas de dominio, a través de la metáfora.
Producida por mi amigo Do Zofex. 4310Label.
BANCO DE CULPA
Era una noche como todas con mi entrañable amigo César,
bebiendo como de costumbre mientras caminábamos conversando y riéndonos de no
sé qué, por esas nocturnas calles en las
cuales no transitaba un alma.
Llegábamos a una construcción blanca, gigante y ovalada,
construida exteriormente en base a triángulos puestos uno adjunto al otro la
que al parecer cumplía la función de banco. Estando ahí accesábamos una clave, era como una entrada de cajero
electrónico pero al juzgar por su máxima seguridad externa cumplía otra
función. Mi código era 0000 y al
interior habían unas puertas cuadradas de aluminio con unas manillas de plata,
con ese aspecto lúgubre de los portillos
de crematorio. Para acceder al contenido
interno también había que ingresar una clave, y al parecer era la misma de la
entrada. En el interior de estas gavetas se encontraban artículos personales de
cada uno, es decir, está especie de banco albergaba cosas con valor que no
necesariamente era dinero.
Saqué algo del interior con la mano izquierda y con la Corona en la derecha nos fuimos a sentar
a una banca –el lugar físico era semejante a ese lugar comercial donde está el
Hites en la plaza de Maipú- al frente de esta construcción. En algún momento de nuestra conversación,
llegó un tipo y se paró frente a la puerta del “banco” para entrar, y mientras
accedía su clave lo observé. Luego de que se fue volvimos al lugar de la
entrada y le dije a mi amigo entre risas; su
clave era 1212. Intenté ingresarla y accedí. En ese momento pensé que mi código
de seguridad también era muy fácil.
Estando dentro marqué nuevamente su combinación en la
teclera numérica para acceder al contenido y recuerdo haber sacado una
billetera llena de papel moneda. Rápidamente la guardé y salimos del local
raudos, entre risa y una sensación de grandeza por lo ocurrido. Luego de un
rato caminando miré el contenido de la billetera y no eran más que papeles
viejos, como billetes antiguos de otros países, por lo cual todo el entusiasmo
inicial se esfumó.
Tras unas vueltas por
algunos sectores residenciales, llegamos a una pequeña plaza en la cual nos
sentamos para descansar, mi amigo se moría de sueño y lanzó un saco de dormir azul
en el pasto para reposar antes de llegar a casa –con ese amigo varias veces
hemos dormido en el pasto de plazas después de tomar algo de cerveza y ron para
pasar un tanto la intoxicación-, yo no
tenía sueño así que lo dejé y me fui a dar unas tranquilas vueltas por el
sector, en eso y de reojo vi pasar una camioneta blanca por una calle lejana.
Iba mirándome los pies mientras avanzaba lentamente subiendo
una calle con pendiente y preguntándome cosas filosóficas, de esos
cuestionamientos que sólo se vienen a la cabeza cuando se camina solo a altas
horas de la noche. Por lo demás, era un sector muy tranquilo y casi no
escuchaba más que mis pasos y mis pensamientos, pasividad que se vio
quebrantada en el momento en que la misma camioneta que divisé sin importancia
hace un rato atrás frenaba violentamente a mi lado.
El conductor comenzó a gritarme amenazadoramente reprobando
el acto que había cometido anteriormente e invitándome a subir a la parte de
atrás del vehículo. Recuerdo haber actuado con calma ante el hecho pero no me
negué a subir.
Después de unos momentos de discusión y de decirme que aquél
“banco” estaba totalmente resguardado por cámaras y otra clase de cosas, el
tipo manejó violentamente y con mucho apuro pasando por algunas calles y
llegando hasta un sector de tierra donde había una especie de Mall. Ingresó a
este pero por una entrada secreta que había por debajo, como si se tratara de
los estacionamientos, llegando a una cárcel secreta.
El lugar era pequeño, asqueroso, gris y frio, había mal olor y descuido, y
todas las personas ahí se veían igual de desconcertados y tristes que yo. En el
interior fui víctima de mucho prejuicio grosero e insultos sin razón. Recuerdo
que miraba al suelo todo el tiempo y sólo levantaba la cabeza para observar
algunos detalles de la construcción y los comportamientos del resto. Me
entregaron un sucio traje naranjo y recuerdo que en algún instante me comprometieron a una
reunión con aires de juicio para dictaminar mi sentencia, por la cual me sentía
muy agobiado.
A alguien le dije que debía ir al baño antes de aquella ocasión,
y con el miedo de que ese lugar estuviese lleno de cámaras busqué el excusado
más alejado. Subí por unas escaleras llegando hasta el mal en sí, en el camino me
topé con amigos los cuales me saludaban pero yo sólo respondía con una mirada
con la que intentaba pedir auxilio.
Llegué hasta un baño en un piso muy lejano, y ahí procedí a
tomar la billetera que había hurtado anteriormente, destrocé todos los papeles
que tenía dentro lanzándolo todo junto por el inodoro. De inmediato sentí un
extraño alivio.
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